En la memoria de todos queda grabada para siempre la primera vez...de todo.
¿Quien no recuerda su primer abrazo o su primer libro? Todos recordamos primeras experiencias vividas, buenas y no tan buenas, la mente es benévola olvidando los malos momentos y tiende a quedarse con las situaciones que nos han alegrado la vida.
Así, recordamos con singular nitidez y emoción el primer beso, la primera vez que oyes una canción, la primera visión del mar, la primera vez que tocas la nieve, el primer amanecer especial o la primera puesta de sol que ves a tres mil metros de altitud. Cualquier momento importante o diferente que has vivido y recuerdas con cariño, marca sin pretenderlo, la perspectiva de las cosas cotidianas.
Para todo hay una primera vez, eso sí, sólo una. Las siguientes ocasiones tendrán la importancia que cada uno quiera concederle, sin dejar por ello de recordar o quitar importancia a aquella primera vez.
Por eso, cuando veo que se trabaja con tanto empeño por un primer ciclo, una primera conferencia, un primer viaje o una primera ruta, no dejo de ver el lado cómico de tanta perseverancia, lo cual no deja de tener mérito, ya que para casi todo esto no es la primera vez.
Hay personas que siguen con tesón el incluir primeras veces, aún cuando dejaron de serlo hace mucho tiempo. Para colmo, todo está inventado, o casi...
No nos podemos adjudicar una idea ajena para nuestro beneficio. En realidad sí podemos, pero no intentemos sacar provecho en detrimento de aquellos que tuvieron ocasión de realizar la primera vez de algo, porque la memoria existe.
La hemeroteca de nuestras mentes es extensa y está casi vacía. Sólo hacemos uso de ella cuando no recordamos determinados episodios que hemos querido olvidar, pero que afortunadamente están disponibles en el intelecto de muchas personas sin intención de olvido.
A lo largo de los años se ha trabajado con empeño por recuperar tiempos perdidos y propósitos reprimidos, pero con esfuerzo, se materializaron muchas primeras veces. Y segundas, terceras, cuartas... Hubo un inicio después de la una larga prohibición y que, desde luego, no es reciente.
Por más que nos invadan las primeras veces, hace mucho que dejamos de ser vírgenes... ahora somos mefistos.