El día 11 de julio hasta la Luna se acercó un poco más a nosotros para asistir a la cata de vinos Aranzada que el CIAG de Alhama organizó en el Patio de la Antigua Cárcel.
Un grupo reducido de personas, -cuestión de espacio- nos dimos cita en tan singular lugar, para degustar los vinos que la bodega alhameña Aranzada había preparado junto a las delicias de la Abacería, un hipermercado especializado en productos de la comarca.
Alvaro Molina fué el maestro de ceremonias que, con sus conocimientos de los caldos, nos iba indicando los pasos a seguir para una buena cata.
Con el sugerente nombre de “Romance” comenzamos la degustación de un blanco. Tres variedades de uva dan a este vino un color amarillo pajizo, limpio y brillante, con aroma a mango y piña, con toque cítrico, ideal para tomarlo frío y acompañarlo si se tercia, de una “Tostada con salsa de alcachofa y anchoas del Cantábrico”.
Saborear un “Romance” frío entre dos luces, en la incipiente noche de verano alhameña, resultó un buen inicio para lo que vino después.
“Marchán” es el nombre elegido para otro caldo, en homenaje a uno de los ríos que discurren por Alhama. Este tinto hizo su presentación en público después de pasar su infancia en barrica de roble, veinticuatro meses, y otros dieciocho meses redondeándose en botella, hasta llegar a nosotros. Con un coupage de tempranillo y merlot, “Marchan” tiene la robustez de la tinta del país y la suavidad y aroma de la uva francesa. Alvaro nos invitó a descubrir qué nos evocaba el aroma y el sabor del recién nacido “Marchan” y nos atrevímos con la esencia a frutas del bosque y cierto matiz a vainilla.
El maridaje propuesto para este tinto fue una “Tostada de paté de ciervo y boletus con queso de oveja semicurado”, una exquisitez.
La noche avanzaba y el esperado frescor nocturno se resistía a llegar para aliviar el bochorno en el Patio de la Antigua Cárcel, emplazamiento del Centro de Interpretación de Alhama.
Lo que sí llegó fue el dulzor de “Dulce Sierra”, un vino joven de color rosa, claro y luminoso, que al tomar la copa para degustarlo, se espera un aroma a fresa, y es lo que encontramos, efluvios a fresa y melocotón con sabor dulce y suave. Incluso fantaseamos con unas burbujas que le dieran alborozo a este peculiar vino.
A esta golosina en forma de vino, le acompañó una “Tostada de lomo en orza con mermelada de tomate verde”, otro manjar de la Abacería.
La cata llegaba a su fin. La noche agradable y la buena compañía, hacía difícil la despedida. La organización del CIAG contribuyó. junto a los consejos de Álvaro para que la cata fuese amena, a que la noche se hiciera más placentera y a que pasaramos una velada muy entretenida conociendo un poco más el fantástico mundo del vino.
La foto es del FaceBook del CIAG.