En un país provinciano como es España, ese mal de la sociedad trabajadora llamado elitismo, campa a sus anchas provocando afrentas y vergüenzas, que difícilmente tienen alivio.
Con una población de algo más de cuarenta y siete millones de almas, nos topamos con que una minoría de personas disfrutan de unos privilegios que se financian con dinero público.
Se nos repite hasta la saciedad que contribuyamos con nuestros deberes con Hacienda Pública, para tener una mejor sociedad y “beneficios para la ciudadanía”, sin embargo no se ve ejemplo de austeridad donde tendría que haberlo. O quizás sí. Aunque no sean todos, al menos sabemos que uno de ellos degusta productos lácteos caducados y se purifica el cuerpo, que no el alma, con agua fría, así economiza en energías eléctricas y en el tan preciado líquido.
Pero hay Comunidades Autónomas, que con la excusa de ser capital del país o gozar de cualquier otro rango o influencia importante, se atribuyen unas prebendas que luego son tan elevadas como su déficit económico. Eso sí, se pueden permitir lujos para sus muy honorables ciudadanos, ya sean temporales o permanentes, la cuestión es que tengan un gran nombre, aunque luego solo quede en un nombre que le viene grande.
Se puede disfrutar de campos de golf o hipódromos, de pistas de padel o grandiosos espacios deportivos, no importa el tamaño del recinto ni el presupuesto invertido, lo paga la plebe y lo disfruta la elite nacional, internacional y allegados. Como Dios manda.
También existe la rivalidad entre las grandes potencias autonómicas nacionales. Unos tuvieron su gloria olímpica y otros no quieren ser menos, aunque les vaya la vida, el dinero y los años en ello, todos quieren subirse al tren del despilfarro, ya lo pagarán otros.
Se construyen aeropuertos para el gran público y luego los disfrutan ínclitos personajes haciendo rodar sus potentes vehículos por el asfalto, aún carente de cortes de cintas y tráfico aéreo, pero con desmesuradas y espeluznantes esculturas.
Se secciona la Sanidad Pública, se reducen gastos en Educación, se cortan de raíz las inversiones para Investigación. Pero emerge la Sanidad privada, se invierte en Enseñanza no estatal y la Investigación hace las maletas. Todo esto ayuda a que se destine la poca ayuda pública que se pueda ofrecer, al sector privado con la sana intención de remontar la economía del país.
Llegados a esta situación donde los pobres son más pobres y los ricos son más ricos, es razonable que desde la presidencia nacional o europea - hay una línea muy fina que las distingue - se exija mayor contribución y sacrificio a los más desfavorecidos, al pueblo llano, puesto que no son ellos los encargados de alzar la economía. La encomienda del alza y la supuesta salida de la crisis está en manos justo de los que nos llevaron a ella, que nos dicen sin embargo que para poder emerger de nuevo a un bienestar social adecuado, tendremos que pasar por caja, para mayor enriquecimiento aún de nuestros verdugos.
Es sobrecogedor hasta qué punto se desprecia la vida de las personas, con qué facilidad se mofan de ciudadanos que han perdido hasta su identidad, cómo es considerado necio el ciudadano con miedo o cómo se manipula a la población con mentiras para beneficio de la élite financiera y política.
Con frustración, hastío y desazón veo un futuro descorazonador, y me hago una pregunta: ¿Cómo hemos llegado a esto?
Foto de aquí.