Concluida ya la pasión religiosa, la realidad nos devuelve al estado más crudo e ineludible de la dramática existencia humana. Las consecuencias ilusorias de fe, que durante un breve periodo de tiempo nos han trasladado a niveles de gracia divina, han dejado caer, sin previo aviso, las estadísticas de desocupación en oficios, en el territorio nacional.
A la vuelta de días de credos y dogmas, de lágrimas porque un año más Zeus se ha impuesto a un pobre carpintero de Nazaret, nos recuerdan que seguimos sin “guía espiritual”. Aunque ya no estamos huérfanos de Pater y el Vaticano tiene quien ocupe el trono de Pedro, por ahora nadie soluciona el problema terrenal más básico: un trabajo para subsistir.
El registro mensual de inactivos nacional -personas en paro- ha disminuido en el mes de marzo la friolera cantidad de 4.979 personas, que de 5.035.243 desempleados en toda España, ríase usted de los que se atrevieron a criticar al señor Montoro, cuando nos comunicaba que la reforma laboral estaba dando sus frutos. Aquí se demuestra cuánta razón llevaba.
Después de vivir con intensidad dias de misticismo y convencidos de que la fe lo puede todo, las plegarias oídas a lo largo y ancho del reino nos hacen creer en la esperanza, nos motivan hacia un recogimiento austero, hacia la divinidad para que las entidades financieras sigan su vida de donosura y supremacía y nos lleven a la vida eterna de desahucios e hipotecas.
La confusión que puede crear una informacion de estas características -las estadísticas del paro- cuando aún se esta bajo los efectos del incienso, puede hacernos parecer crédulos y mi confianza en el ser creado por la providencia divina, me lleva a pensar que no hay salvación.
Cifras de paro que provocan espasmos, tasas judiciales angustiosas, corrupciones políticas indignantes, EREs alucinantes, desahucios inquietantes, encarcelamientos sobrecogedores y falta de encarcelamientos desconcertantes....
Y así seguimos con desempleos, con impuestos abusivos, con bajadas o congelación de salarios, etc. y todo esto sin avizorar presteza en una solución.
Sin embargo, me queda la tranquilidad de saber que estamos en buenas manos, en las mismas que se encomiendan a la Blanca Paloma o a la Macarena de Triana, para solicitar un empleo digno... o un simple empleo, a ser posible sin salir a la estratosfera.
Foto: Antonio Rull - Flickr